agosto 11, 2008

Dos de tres


Eh visto la soledad a los ojos,
esa que aman los sabios
y nublado de llorar por el cielo que he confiado.

Como ciego apunte a mi cabeza
y las lagrimas de vez en mes caían bajo la sombra del destierro,
afilado puñal de nubes que ahora veo.

Alma de cristal que contrasta la vida,
hecha trizas en el fuego de la furia,
turbia realidad imaginada de verdades y mentiras.

Hago la excepción en la bomba de tus labios,
la que no puede ser rota
que por haber nacido humano cada palpitación late en muertes,
una y otra, y otra vez.

Moriré frente al mar de todo lo que he llorado,
sin haber tomado tus manos en miedo,
ni lograr decir un te amo.