marzo 02, 2009

El deseo de ir a casa


Floto como cayendo en mares de lodo,
la brisa acompaña mi suspiro
y el mando de la noche llama a las condolencias del destino.

Me revuelco en las lágrimas de la memoria
y la tierra se mete en mis dedos,
como respirando hondo en la mas gloriosa estupidez.

Alzo mis manos al aire viendo como roda la vida
y cae en pedazos la puta existencia de ser viajero en su propia esencia,
pasajero de piel estirada que solo observa y observa.

Como notas de guitarras volátiles se enciende el avance improvisado,
sin desvíos que logren llegar,
se asoma la dicha del frío
y el viento que rebana la ansiedad.

Este vuelo cansa con el peso del oro
y no llega a casa,
como estos versos arrastrados que solo lloran en pasos cansados.

La distancia es infinita en el abrazo,
como esta pena que alimenta mis gusanos
y la inmensa agonía de ver tu partida,
sin mis dedos acogiendo tus manos.

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