abril 14, 2009

Relato 55


Busco un diamante en tu respiración y me baño en la espuma de tu amanecer, como fotografiando tus besos a la distancia, con empeño sanando el dolor. Entonces deje de ser hombre y tu niña, te saboree tan dulcemente, a menos de un suspiro, con tal delicia que me quede en la caricia de un simple abrazo. Nada podía tocarnos, nada más que un silencio robando nuestra voz. Como el tiempo pasamos, como sol tras tus ojos y cada estación. Hablar de ti es volver a los pasajes que ya no recuerdo, golpeando mis venas con delicadas pestañas, como el viento en la hojarasca. Ahora busco de espaldas mis manos, tal vez como las pequeñas palabras de un viejo libro, uno que sabe cuando te quiero y de las sombras que ya no veo.

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